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Por Dios, que llegue la noche. Que me cubra los ojos con sus negros dedos, que me abrigue de sombra de luna y me arrope cómplice, sudario de estrellas que cantan nanas silentes para que duerma.
Que venga la noche y se me adentre dulce con el aire que respiro para llevarme, a su antojo y a la deriva, a golpe de latido por los canales de mis venas, atravesando los mundos subconscientes donde no se siente frío ni dolor, meciéndome según su deseo, a su merced, en ese río de la vida o de la muerte que calman.
Que venga la noche compañera, dueña del sosiego y del olvido.
Que la oscuridad se apiade de mí.

Que venga la noche y se me adentre dulce con el aire que respiro para llevarme, a su antojo y a la deriva, a golpe de latido por los canales de mis venas, atravesando los mundos subconscientes donde no se siente frío ni dolor, meciéndome según su deseo, a su merced, en ese río de la vida o de la muerte que calman.
Que venga la noche compañera, dueña del sosiego y del olvido.
Que la oscuridad se apiade de mí.
©Paloma
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