...Sígueme, te llevo por los más escondidos rincones del Nido...



martes, 23 de diciembre de 2008

Y la encontró...


Y volaron juntos desde entonces
y los Muerte no tuvieron más remedio que esperar,
desesperando,
mientras la vida eran luz y flores blancas
y era mar y era sal
y eran palabras perdidas y encontradas
silencios grabados en camisas o en mantel
y eran miradas atrapadas que recorren
y era risa que vence
porque vuela

Lo he descubierto.
Lo que yo quiero es volar.

©Paloma

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miércoles, 17 de diciembre de 2008

Chopin, Tristesse

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domingo, 14 de diciembre de 2008

Te los regalo

.


¿Para qué quieres que escriba? ¿Para buscarte en mis palabras? ¿Para sentirte feliz de provocar en mí tales sentimientos y sensaciones? ¿Para saberte el centro? ¿Para entrar en mi corazón expuesto ante tus ojos como una piel puesta a secar al sol estirada por cuatro cabos? ¿Para comprobarme una vez más enganchada a ti y entonces soltarme porque te sientes en peligro? ¿Para querer continuar de nuevo como si, al levantar tu puente, no hubiera sucedido nada?

¿Crees que no me duele? ¿Crees que no necesito conocer lo que guardas dentro de ti, sea lo que sea? ¿Por qué he de regalarte todo lo que tengo cuando tú mides tanto lo que me das? Sigo sin saber por qué, por qué te sientes en peligro conmigo.

Y, sin embargo, te lo regalo, es tuyo, aunque hoy las fuerzas no me lleguen para hablar, aunque tarde en levantarme del foso en que caí al no encontrar tu puente. Te regalo todo lo que he escrito en estos días porque lo he hecho para ti.

Un beso triste, pero beso al fin.

©Paloma

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Domingo


Va tomando consciencia aún sin abrir los ojos. Ayer bajó el volumen del radio-despertador. No lo quita del todo, una de sus pequeñas manías que no hacen daño a nadie. Se le antoja, de una vez para otra, que debe ser complicadísimo eso de activar o desactivar la alarma o cambiarle la hora. Los aparatejos no son lo suyo. Y se acostó cruzando los dedos, esperando que N. lo hubiera desconectado también; ya no le daban las fuerzas para acercarse hasta la habitación de al lado a comprobarlo.

Cuántos días ha esperado esta mañana para no tener que salir corriendo de la cama, a rastras, como a una condena y poder degustar entre las sábanas el dulce placer de los aromas que aún las impregnan, de los recuerdos y sonidos conservados todavía entre sus pliegues.

No mira el reloj, no quiere. Fuera del tiempo, sea la hora que sea. No importa, nadie la espera, nadie la abraza. Algo en lo más hondo le recuerda que duele. Una punzada fina que la traspasa entera, clavándola en el sitio, robándole las fuerzas para moverse. Y en los ojos, también en los ojos se clava.




Se deja mecer en esa sensación dolorosa, aletargándose, contemplándose estar desde fuera. Ni un ruido turba el momento. Voces difusas en la lejanía. Campanas. Suenan las campanas que llaman a misa. Primer aviso. Sólo la espina que la atraviesa le recuerda que duele.

En la cama se vuelve niña, o quizá nunca deja de serlo, y el corazón abierto es vulnerable. Lleva algún tiempo aprendiendo a vestirlo con capas, como una cebolla. Una, otra, otra más... que lo envuelven y anestesian un poco. No sabe encerrarlo. Muchas veces piensa que debería hacerlo. Es más, se ha propuesto hasta encadenarlo para siempre. Pero no, eso son sólo sugerencias de su mente, sabe que ni es capaz ni debe. Es mejor vivir el dolor, dejarlo aflorar, quererlo y aceptarlo como parte de ella misma. Al menos, morir viviendo.

Esa aguja corta la respiración. Dulce sopor el del lecho esta mañana de domingo. Si la punzada no estuviera se hubiera levantado aprisa para poder escuchar su voz pero hoy no, hoy se conforma con buscarla en el recuerdo, en momentos cercanos cuando, abrazados, su aliento le rozaba el pelo al hablarle. Cómo decirle que no tema, que no lo quiere para ella. Las campanas. Segundo aviso.

Piensa en su padre ahora. Se mezclan retazos de conversaciones y recuerdos. Lo perdió cuando aprendía a conocerlo. Hay personas a las que sólo es posible comprender cuando uno se va haciendo mayor y a veces se llega tarde. Tarde para los dos, perdidos en el camino de encontrarse.

Intenta incorporarse... No, no puede aún. Se gira en la cama, desmadejada, procurando reunir fuerzas. Cierra despacio las cremalleras de sus capas, una a una. Las comprueba después recorriéndolas amorosa con sus dedos. No las ha subido del todo, sólo lo suficiente para que no se le desparrame el corazón al levantarse. Lo suficiente para no negar el paso a los demás sin quedar demasiado expuesta. Y repasa con el más fino hilo que ha encontrado algún que otro descosido en su piel. No es demasiado hábil, se nota el arreglo.

Es dificil erguirse cuando un aguijón letal te atraviesa entera, el sólo respirar ya duele. Trata de hacerlo despacio, moverse lenta; al fin y al cabo no hay prisa, no va a ninguna parte.

©Paloma


http://es.youtube.com/watch?v=ln8vbTosrPU

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sábado, 13 de diciembre de 2008

Frontera sutil



Entre la tristeza y la alegría, como entre el amor y el odio, hay sólo una frontera sutil. Bastan una palabra, una mirada, una sonrisa, un silencio, un gesto de aquellos a los que entregamos la llave de nuestro corazón, y que son las personas que nos importan, para que el fluctuante humor que nos transporta de uno a otro lado de ella y viceversa actúe.

Siento deseos de refugiarme en la torre más alta del castillo amurallado y subir el puente levadizo dejando impracticables los accesos, para que nadie me tema, para que no me hagan daño.

Pero, tonta de mí, mi puente siempre queda tendido y las llaves de mis puertas entregadas... para que tú puedas entrar aunque yo no pueda salir.

©Paloma

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viernes, 12 de diciembre de 2008

Voy a tus brazos


Sólo quiero dormir
Volver a mediodía y dormir
y que la noche llegue pronto
Dormirme en el fondo
del abrazo que guardo
Este es mi deseo

Antes de que el tiempo
y el paso de los días
se lo quieran llevar
y dejen mis brazos vacíos,
sin calor y sin consuelo
Y a eso me vuelvo

A mis brazos
que son los tuyos cuando llegas
viajero en un bucle del tiempo
que te trae un instante
y te devuelve luego
Voy a tus brazos

©Paloma
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miércoles, 10 de diciembre de 2008

Guárdame


Guárdame en tu abrazo
En tu pecho dormida
Dulces son los sueños
cuando tú los miras


©Paloma

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viernes, 5 de diciembre de 2008

Confinada




Confinada en el silencio

dando tumbos sin salir de mí

esperando aquello que me libere

y abra la puerta de esta cárcel

donde ni oigo ni veo



Sólo espero


Muda.

Sola.


Duele.


©Paloma




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jueves, 4 de diciembre de 2008

Blanco

Me gusta el blanco.
Traslúcido, angelical, pulcro.
Diáfano, fresco, inocente.
Niño, abierto, desnudo.
Luz.

©Paloma
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Extraterrestre

A veces me siento extraterrestre. Tan diferentes son los mundos de los que venimos. Tan diferentes nuestras realidades infantiles. "¿Has estado entre algodones?". No lo sé, no lo creo.

Mis padres eran gente sencilla y nuestra vida también sencilla. Familia numerosa de las de entonces. Casa, colegio de monjas o de frailes, según el caso, estudiar, parque con mis hermanos y siempre bajo la atenta mirada de mi madre. De más mayor, hora de vuelta temprana, muy temprana para lo que ya empezaba a estilarse, prohibición de fumar y de salir con chicos hasta que no fui mayor de edad. "¿Ir de camping? ¿Chicos y chicas? De eso nada, hija, que hay muchos peligros". "Pero mamá, todo se puede hacer a cualquier hora del día y en cualquier lugar". "Cuando seas mayor". No recuerdo haber fumado delante de mis padres más que algún pitillo de esos que se regalan en las bodas. No hemos vivido en el mismo mundo ni la misma realidad.

Tomo mi café de la mañana mientras rememoro nuestra conversación. Afuera llueve y hace frío. Esto de sentirme extraterrestre no es la primera vez que me sucede, no. Cuando el resto se preocupaba por su futuro profesional, yo confiaba en cambiar el mundo y no me importaba vivir en un pueblo abandonado y de lo material tener sólo lo justo. Me cogieron esos primeros tiempos de la preocupación por el planeta, se empezaba a hablar de la vulnerabilidad de la capa de ozono, de los conservantes alimenticios nocivos, de la agricultura biológica, de las energías alternativas, de la bioconstrucción.

Por entonces y sin pretenderlo, escandalizaba a mis padres inocentemente poniéndome aquellos vestidos largos, de gran colorido, venidos de la India y con mis pies descalzos por la ciudad o con zapatos sin tacón. "Pero, hija, ¿no ves que te hacen unos andares muy feos?" O con aquellas noches de dormir con la cabeza llena de trenzas minúsculas que dejaban una preciosa melena de aire hippie al deshacerse, hoy se diría romántica, o con aquellas permanentes a lo afro. "Hija, con el pelo tan precioso que tienes... Siempre se han planchado los rizos y ahora te rizas a propósito. No hay quien te entienda".

Era la hija mayor y la rebelde, que se tuvo que pelear todo lo que a los demás hermanos les vino por añadidura e incrementado. Hasta llegué a irme de casa después de que mi padre me castigara todo un año sin salir porque no quería ir a misa los domingos. Yo ya no creía en la Iglesia, en sus ritos, en sus dogmas. Ya no temía al Infierno porque un día, reunida conmigo misma, decidí que sólo yo podía ser mi propio juez, que nadie como yo sabía de lo que había en mi fuero interno y me di la libertad para creer, para sentir, para hacer o no según lo que mi corazón y mi cabeza me dictaran.

Pobre papá, nunca volvió a ser el mismo. Algo se les rompió dentro y también a mí. A partir de ahí ya no me pusieron más barreras, pude hacer lo que quisiera, que no era gran cosa pero para ellos fue una derrota total. No me gustó verles así y sigo lamentando habérselo hecho pasar mal.

Extraterrestre. Es una sensación que llena de incertidumbre. ¿Soy normal? Algo tengo dentro de mi cabeza que me ha impedido ver el mundo que otros cerca de mí han vivido. Soy un bicho raro que no toca tierra. No entiendo cosas sencillas que parecen ser evidentes y es necesario que me sean explicadas. Incluso, lo he percibido así en ocasiones, hay quien duda de que mi ingenuidad no sea una pose y yo, por contrarrestar, comienzo a buscarle a todo tres pies porque seguro que hay algo más para entender... Y sí que hay en mí una mente picaruela pero aún necesitada de argumentos. Además ya tengo una edad, caray.



Está rico el café. El desayuno es mi comida del día preferida. Caliente, cargado, dulce. Dicen que, tal como lo tomes, así te gusta el sexo. Pienso sonriendo que al fin en algo soy más normal. Un pensamiento enlaza con otro. Quiero abrazarte. Cuento los días que quedan. Me sobreviene tu presencia, física, y yo me pierdo en el fondo de tus ojos grabados en mi retina. Te abrazo sin brazos, te beso sin labios, te guardo conmigo, para mí, recogido en mi dentro. Y después te abrazo con labios, te beso con brazos, te guardo en mil caricias, mío, para mí. Una cálida cadencia va despertando, dulce, cargada, y desea tenerte cerca, cerca... "Las hadas son más aburridas que las brujas". Sonrío de nuevo. Un nosequé placentero me va recorriendo entera mientras lo pienso. Aprenderé a ser bruja para ti.

Claro que sigo siendo extraterrestre... Será eso lo que te atrae de mí.

©Paloma
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miércoles, 3 de diciembre de 2008

Dices

Dices que es fácil. Consiste en ir fijándose en todas las sensaciones que vas teniendo al desplazarte hacia un lugar, por ejemplo. Y yo, que tengo menos memoria que un mosquito, ¿cómo pretendes que me acuerde de ellas, que las reviva? No, la verdad, no sé. No sé hacerlo.

En ocasiones un sonido, un olor, una luz, me despiertan el recuerdo y entonces sí, entonces es cuando revivo aquello, sumergiéndome en su búsqueda, dejándome mecer por el mismo aire que mueve las mieses y las amapolas rojas que salpican su mar, que me revuelve el cabello en la cara. Un momento eterno de feliz lasitud, de dulce no ser, de viaje al centro de los enigmas, de esencia encontrada, de respuestas plenas donde no hay preguntas, beatitud, paz... por ejemplo.

©Paloma
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