...Sígueme, te llevo por los más escondidos rincones del Nido...



jueves, 26 de junio de 2008

Y llega el día

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Y llega el día.

La luz deshace los fantasmas.
Los esfuma.


Esos que entran, furtivos, cuando nadie los ve
y se te clavan sin pedir permiso devorándote el alma,
apoderándose de tus entrañas en la noche,
haciendo de ellas su reino.

Y llega el día.

No los vence.
Pero rescata.
©Paloma

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Duele

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Duele.


Abrázame, acurrúcame. Házme un arrullo de besos para llegar a mañana.

Porque duele y es físico. Y no sé cómo calmarlo. Cómo ahogarlo. No sé cómo decirle que se vaya. Que no lo quiero conmigo.

©Paloma

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miércoles, 25 de junio de 2008

¡Qué cabeza!

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La edad nos juega malas pasadas. Nunca he sido despistada, más bien al contrario, hasta el momento actual en el que soy un despiste ambulante, el despiste. He de repetirme mentalmente, incluso en voz alta, el objetivo que tengo en un momento concreto, lo que busco, porque se me cruza en el camino cuaquier tontería y lo olvido radicalmente. Recorro la casa de un lado a otro, sin rumbo claro.


Ejemplo:
Mientras sube la olla voy a guardar la ropa recogida del tendedero. Según paso por delante del cuarto de estar, veo que el sol entra a saco por la ventana y, aparte del calor que sofoca, da de pleno en el estor. Sólo me falta que lo queme. Dejo la ropa doblada en el sillón y me dirijo a bajar la persiana. Bien. Ya. A ver, ¿en qué estaba? Salgo al pasillo intentando recordar. ¡Ah, sí! Las plantas. Antes he visto que les hace falta agua. Voy a regarlas. De pronto un fuerte ruido procedente de la cocina. La olla que tiene demasiada presión, la válvula ha rebasado hace rato la segunda marca... ¡Se me había olvidado! A apagarla rápidamente pero... ¿a qué salía yo de la cocina mientras subía la olla? Ahhh, ¡la ropa! ¿Dónde la he dejado? En el sillón del cuarto de estar...

Situación de hoy.

Salía volando. Cita en Pamplona. Consulta médica... jajaja... Después de organizar la casa y desayunar, me ducho, me visto a toda prisa, tiendo la toalla, guardo el pijama, apago el ordenador, echo un último vistazo general. Vale. Llaves (casa, coche)... Vale. Móvil, que no me lo deje. Gafas de sol y de ver. Vale. Papeles del médico. Bien. ¿Segura que has cogido las llaves de casa? Sí. El bolso y a la calle. ¡Hasta luego, casa!

Según bajo las escaleras... ¿Qué tengo en la mano izquierda? Junto con el bolso y los papeles del médico. No me cuadra llevar algo con esa textura.... Jopeeeeeeee... La bragui que tenía que haber llegado al cesto de la ropa sucia.

En el asiento del copiloto ha viajado muy digna hasta el regreso.

©Paloma

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domingo, 22 de junio de 2008

Agua. Vida.

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viernes, 20 de junio de 2008

Peces de colores buscan hogar

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Se estropeó el acuario grande. Ná, ciento veintitantos litros de agua-caldito en la que mis peces tropicales parecían vivir y procrear a gusto y que este mediodía se empeñaron en abandonar su acristalado continente, justo en el momento, después de comer, en el que mi cuerpecito iba a ver satisfecha su enésima orden-súplica de "podió, túmbate en el sofá de una vezzzzzzz"...

Salgo de la cocina derechita a mi sofá y, según entro en la sala, escucho ruido de caer agua. Pienso "no es posible, ¿dónde?". Sólo puede ser uno de los acuarios (hay dos) pero ese ruido no es normal. Me gusta colocar las bombas de modo que el chorro salga por encima de la superficie (sobre todo el pequeño tiene una muy potente) y eso produce un contínuo murmullo de fuente pero tal ruido suena dentro y lo que yo oía era fuera...

Me acerco a ellos... Caxissssss, del grande caía una cascada. No sólo la cantidad de líquido que caía sino que lo hacía encima de la regleta en la que están enchufados todos sus aparatejos... Ufffffffff... Y el suelo de parquet. ¡Madre mía!

Desesperación. ¡Joperrrrrrr, no hay manera de sacar este enchufe! Zafarrancho a la búsqueda de cubo, fregona, baldes, trapos, alfombras... ¡lo que fuera! No se daba abasto. El acuario se desbordaba por la bandeja inferior. Hemos intentado moverlo un poco y ver si, aunque de malas maneras, podíamos trasladarlo hasta la cocina... ¡Ni pa dió! Con la fuerza que yo tengo no se mueve ni un milímetro... Así que hemos decidido vaciarlo antes de que se nos vaciara por su cuenta y rescatar todos los peces que fuera posible. Ya se sabe, los desastres, controlados mejor.

Menudo desaguisado. Mis peces de colores en un balde. El acuario pequeño por los suelos. El grande, de inquilino en la cocina para poder secar bien el suelo de la sala. No ocupa ná, sobre el mueble alcanza una altura de metro y pico. Vamos, que me la llena. Pero, eso sí, con promesa de mi retoño de que lo llevarían entre su primo y él a la basura por la tarde. Yo ya no me fío. Ni lo arreglo, ni lo intento.

Promesa incumplida. Sigo teniendo el muerto en la cocina.

De momento, la carpa china de agua fría ha aceptado en su más reducido hogar a los exquisitos peces de agüita caliente pero no sé cuánto tiempo será viable tal confraternización. Temperatura distinta, comida distinta... Ya tienen colgado su cartel:

................................"PECES DE COLORES BUSCAN HOGAR"
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Y yo, con la noche en blanco, ya es de día.


©Paloma

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domingo, 15 de junio de 2008

Cosas imposibles


Esta noche he soñado cosas imposibles y es curioso que las recuerde porque no lo suelo hacer. Caricias del pasado envueltas de presente. Caras que no están, que fueron pero ya no son. Sueños. Voces que fueron del alma. Sonrisas que en el alma quedaron. Atmósfera. Sueños. Y después aún he soñado un camino de montaña, hecho de barro, con fuertes pendientes, en medio del bosque. Yo, conduciendo un seiscientos por aquellos andurriales...


Ahora que lo pienso, de novios, mi ex y yo, utilizábamos el seiscientos de mi suegra y con él hicimos toda la cuadrilla expediciones increíbles. El seiscientillos nos llevó por caminos por donde no pasaban los Land Rover. Montaña arriba, cargado de personas, mochilas y útiles para la acampada... Han pasado muchos años. No sé ahora mismo hasta qué cota llegamos pero era en las Peñas de Aya, cerca de nuestra ciudad. Subíamos por donde los todoterreno se quedaban atascados. En serio. El seiscientos de mi suegra era fabuloso. Murió, pobrecito, por una sobredosis de alcoholdenoséqué que le echaron al motor y que convirtió sus tripas en fuego y su tubo de escape en lanzallamas. Por la autopista adelantábamos a los Mercedes... jajajaja... Qué tiempos, dios mío! Qué tiempos!


Pues por esos bosques húmedos iba yo esta noche con ese cochecito, no mucho menor del que tengo ahora, entre otros coches y montañeros. Caray, la vida silvestre esta cada vez más masificada. He bajado una pendiente de barro, todo en sueños, con más miedo que alma... Allá voyyyy... Ufff... Llegué abajo. Y abajo era un paraíso. He visto el letrero, Urriza (no estoy segura, pero creo que significa "avellana" ) colgado de un árbol en ese frondoso bosque. He bajado del coche y he descubierto un mundo de magia, de fuentes de agua sobre lecho de piedra y aún indago en internet por si encuentro el lugar y es real, tan real me ha parecido. ¿Se contará entre mis dotes ésa de viajar en sueños por lugares reales?


Quiero soñar de nuevo.


©Paloma

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lunes, 9 de junio de 2008

Hoy




Hoy me llueve dentro la negra tristeza
Hoy me llueve dentro y tan lejos de ti
Llueve y es tan densa, tan callada y negra
Me moja, me empapa, penetra, se adueña
y se ríe loca,
se burla de mí

Yo busco respuestas en tus ojos brunos
en su pozo hondo donde no hay confín
y ellos, seductores, me absorben, me atrapan,
me envuelven, me llevan, veloces me arrastran,
donde yo no quiero
mas quisiera ir

Es negra la noche y la tristeza, negra
¿Qué guardas oculto? ¿Qué evitas decir?
¿Quién soy? te pregunto cada día al alba
observando atenta tu mirada blanda
Y el silencio mudo
consigo de ti

Muerde la tristeza la sonrisa franca
devorando impune el suave reir
No quiero belleza si no es verdadera
Pido sola y cruda, la cruda verdad
Y ni el mismo viento
se apiada de mi

Suplican tus ojos de niño un beso
y yo, que me pierdo en anhelos de ti,
espero palabras y busco consuelo
deseo la calma, la caricia y cedo
y vengo de nuevo
a sucumbir.

Hoy me llueve dentro la negra tristeza
Hoy me llueve dentro y tan lejos de ti
Llueve y es tan densa, tan callada y negra
Me moja, me empapa, penetra, se adueña
y se ríe loca,
se burla de mí
©Paloma

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jueves, 5 de junio de 2008

Control de alcoholemia




Jueves, 9'45 de la mañana, conduzco mi coche hacia el trabajo. Voy bien de tiempo (unos cinco minutos más que el resto de los días... biennn... ) Luce el sol. Ya era hora. Útimamente lluvia y más lluvia. Al llegar a la última rotonda, construída recientemente, e ir a enfilar la salida del pueblo, parejita de la guardia civil.

Uno de ellos me indica que rodee la rotonda para situarme tras su vehículo. Lo hago un poco sorprendida. Nunca me han parado en un control policial. Mentalmente repaso, ¿papeles?, lo llevo todo, la semana pasada pararon a mi hijo conduciendo mi coche y los tuvo que sacar. Por ese lado bien. Bueno, ¿qué querrán a estas horas?

Giro y paro detrás de su vehículo, con cara de gran sorpresa. ¿No ven que soy una señora respetable?

Me saluda reglamentariamente.

-Buenos días, señora. Control de alcoholemia.

Como iba relajada se me ha saltado la risa...

-¿En serio? ¿No es un poco pronto? Joper, pienso para mí, si acabo de desayunar.

Me acerca un aparatito que yo no había visto en mi vida y me da una boquilla dentro de una bolsita precintada.

-Quite el precinto, introduzca la parte estrecha en el aparato y, por la ancha, sople hasta que se encienda la luz verde.

Sigo sus instrucciones y con todo preparado me dispongo a soplar. Soplo, soplo, soplo... no me llegaba el aire y la luz verde no se encendía.... Ufff... no puedo más, lo dejo... ¿Se ha encendido?

-No, señora, debe repetir. Coja aire y sople de modo contínuo hasta que se encienda la luz verde.

-Lo intentaré, pero avíseme cuándo se enciende porque yo no la veo.

El asiente y yo hincho los pulmones y comienzo a soplar de nuevo. Soplo, soplo, soplo, jolines la luz verde, soplo, soplo, joperrr que ya no puedo mássss... soplo...

-Un poco más, señora, ya, ya...

-Uffff... menos mal, es que no me llega el aire...

-Sí, ha valido... Comprobando el dichoso lector... Pues no, señora, hay que repetir. Vamos a ver, coja aire pero sople poco a poco, sin echarlo todo de un golpe y aguante hasta que se encienda la luz verde, ¿de acuerdo?

-Jopé, qué dificil es esto, señor agente. Estamos, estamos. Hincho los pulmones de nuevo, acerco la boca a la boquilla y comienzo a soplar pero despacico y continuado... Onde andará la luz verde de los ... grrrrrrrr...

-Siga, señora, muy bien, un poco más, un poco más...

Yo haciendo gestos con las manos, ¿pero no termino aún? y sigo soplamdo, soplando, y cuando parece que voy a estallarrrrrrr... Al fin la luz verde... Biennnnnnnnnn..

-Muy bien, señora, ahora sí.

-Jajajajaja... Madre mía, lo que hay que sudar para hacer bien este controlito. Le miro de reojo. Ufff...

-Mire lo que ha salido. Me acerca el aparato.

-Dígamelo que sin gafas no veo.

-0.00 Me dice sonriente.

-Pues lo que tenía que ser, ¿no? jajaja... Sí que están madrugadores.

-Buenos días, señora.

-Buenos días, agente.

Ya son ganas de incordiar, ¿no? Creía que me iban a llevar detenida por no soplar correctamente...

©Paloma

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Un columpio


Quiero un columpio sobre el aire nuevo

un columpio al horizonte, a las estrellas y a las nubes

Quiero un columpio a las cimas nevadas

un columpio sobre el mar y sobre la hierba y la espuma

Quiero un columpio que me despegue del suelo

que me vuelva ligera como algodón o seda

Quiero un columpio de sueños

que me meza, me lleve y me traiga a su través

Quiero un columpio de sensaciones placenteras,

de ingravidez, de ausencia

Quiero un columpio viajero por mundos y soles nuevos

un columpio de música, de reflejos de vida

Quiero un columpio bajo la copa grande de un árbol

a su sombra y sujeto, fírmemente aferrado.

©Paloma

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lunes, 2 de junio de 2008

Házlo por mí



Acerca tu mano, déjame que la coja y la atraiga aunque se resista y deba tirar de tu brazo.

Toma, te entrego la daga. Haz lo que debes. Empuña, clava, corta, desgarra y llega.

Sácalo. Está roto, ¿no lo ves? Yo sola no puedo. Ten valor. Házlo por mi.

Repáralo. Abrígalo. Cuídalo.
©Paloma

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El rincón secreto




Soy la dueña del rincón donde se guardan mis soledades, mis silencios más ruidosos, mis alegrías calladas, las penas que atenazan.

Soy la dueña del rincón donde hablo libremente. Aunque me lean. Y entreabran la puerta sin cuidado y chirríen los goznes. Y se asomen, curiosos, los ojos. Y entren y pisen. Pero yo no me doy cuenta. Ensimismada en él, a mis cosas.


Soy la dueña del rincón en que se desgrana el alma y se desnuda impúdica a pesar del frío, en la oscuridad secreta del público retiro.


Soy la dueña. Y no quiero que llegues. No quiero que vengas. No quiero que entres. No quiero que leas. No quiero que desveles el secreto de mi rincón.

©Paloma

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