Paella de viaje, (¿quién lo hubiera dicho?, sin retorno) que hoy se ha pegado al calentar. ¡Qué rico ese saborcillo! Ha quedado igual. Vino, queso y mantecados. Menú de fiesta para los que no tienen nada. Y yo, que lo tengo, no puedo comer porque estoy aún llena de la olla amarga que ayer tomé. Y es mi cuerpo el que se niega y son mis lágrimas las que bebo. Salado, así me gusta. Todo empieza y muere en mí.
©Paloma