
Con esa claridad me he levantado, decidida. Sintiéndome capaz de mirarte, tranquila, estudiando todos tus gestos. De hablarte y dejarte hablar sin intervenir hasta que vacíes todo lo que llevas dentro, lo que nunca has dicho, lo que jamás has expresado porque no has tenido valor, porque temes perder lo conseguido. De permitirte hacerme reir y reirme sin que ello suponga resquebrajar mi lucidez.
Así me he levantado... pero ya no estoy así. Y, por otro lado, sí. Conviven en mí los dos estados. Coexisten como dos polos, como dos almas diferentes, contradictorias, antagónicas. Y sé cuándo, a pesar de ver más allá, voy a sucumbir a lo cercano, al tacto, a la sonrisa. Voy a sucumbir. Aunque no quiera y porque quiero.
Niña y paloma.
©Paloma
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