Juega con un niño pequeño. Lo monta en los columpios y, cuando intenta llevárselo, el peque protesta. Le atiende, le trata con mimo y paciencia. El nene ríe contento al ser impulsado con fuerza y alzarse el columpio a una altura ya significativa para su corta edad. No tiene aún 15 meses. Es rubio, con el pelo un poquito largo, liso. Su tez pálida. Sus ojitos redondos. Carita simpática.
Si no lo hubiera estado buscando, habría pasado de largo sin conocerle. Hace ya 1 año de la última vez que nos vimos. Tiene más canas y ha cogido un poco de peso y, sobre todo, le falta la barba que acostumbraba a llevar. Sus ojos siguen siendo risueños y tristes y hasta un punto traviesos pero ya cansados.
Siento una extraña sensación al observar desde la distancia sus juegos. Extraña por la ausencia de emoción en mí, como si de un desconocido se tratara. Extraña por lo importante que fue en mi vida y no ser ahora nada. Extraña porque contemplarles me transporta al pasado pero sólo para ser mera espectadora de él.. Me llegan reminiscencias de otras tardes, otros parques, otros juegos, otras risas...
-¡Hola! ¡Estábais aquí!- le saludo.
Se vuelve hacia mí. Me sonríe.
-¡Hola! Sí, desfogando al peque para que nos deje comer un poco tranquilos luego.
-Te he llamado al móvil al salir pero no me has cogido. Pensaba que quizás no venías finalmente.
-¡Qué va! Es que me lo he dejado en el coche-, dice con una expresión de excusa en el rostro.
Busco en sus ojos mientras me habla. No, no hay nada. También soy una extraña para él. Incluso percibo un ligero nerviosismo por su parte. Le pregunto por su vida, por cómo le va. Charlamos un rato y nos ponemos al día de forma somera sobre la suya y la mía. Me dice que después vendrá nuestro hijo a verles. Es importante el matiz, "vendrá". No es el motivo principal de su visita a esta ciudad abrazar a su hijo mayor. Nos despedimos y le deseo un buen viaje, para cuando yo salga de trabajar esta tarde él ya se encontrará de regreso.
©PalomaSi no lo hubiera estado buscando, habría pasado de largo sin conocerle. Hace ya 1 año de la última vez que nos vimos. Tiene más canas y ha cogido un poco de peso y, sobre todo, le falta la barba que acostumbraba a llevar. Sus ojos siguen siendo risueños y tristes y hasta un punto traviesos pero ya cansados.
Siento una extraña sensación al observar desde la distancia sus juegos. Extraña por la ausencia de emoción en mí, como si de un desconocido se tratara. Extraña por lo importante que fue en mi vida y no ser ahora nada. Extraña porque contemplarles me transporta al pasado pero sólo para ser mera espectadora de él.. Me llegan reminiscencias de otras tardes, otros parques, otros juegos, otras risas...
-¡Hola! ¡Estábais aquí!- le saludo.
Se vuelve hacia mí. Me sonríe.
-¡Hola! Sí, desfogando al peque para que nos deje comer un poco tranquilos luego.
-Te he llamado al móvil al salir pero no me has cogido. Pensaba que quizás no venías finalmente.
-¡Qué va! Es que me lo he dejado en el coche-, dice con una expresión de excusa en el rostro.
Busco en sus ojos mientras me habla. No, no hay nada. También soy una extraña para él. Incluso percibo un ligero nerviosismo por su parte. Le pregunto por su vida, por cómo le va. Charlamos un rato y nos ponemos al día de forma somera sobre la suya y la mía. Me dice que después vendrá nuestro hijo a verles. Es importante el matiz, "vendrá". No es el motivo principal de su visita a esta ciudad abrazar a su hijo mayor. Nos despedimos y le deseo un buen viaje, para cuando yo salga de trabajar esta tarde él ya se encontrará de regreso.
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