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Un árbol se inclina en muda reverencia tendiendo algunas ramas que introduce en la corriente. Tal parece que deja jugar al río entre sus dedos. Mientras, el agua se desliza, calma, empapándolo todo.
Desde la umbría, contemplo embelesada su lento discurrir. Llenan el aire las voces de los pájaros y asoma a jirones el cielo de verano. ¡Cuac, cuac! el pato tras la pata en alborotado cortejo y la campana de la iglesia, ¡talán!
A la vera del río la tarde se adormece. Más allá, la ciudad.
Escondida, un instante se ha vuelto eterno.
2 briznas para mi nido:
me encanta como escribes, me he sentado un ratito en este remanso de paz, para dejar mi huella en este espacio, en este tiempo tan tuyo..
un saludo, adorable tu blog!!!..volveré...si me lo permites..
Qué bien sienta un hadanevada con este calorrrrrrrrrr... y cómo me gusta que te guste y que aprecies lo poco que escribo!!
Ven cuando quieras, aquí tienes tu rincón.
Besos, niña.
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